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LA EXPOSICIÓN MEXICANA A UNA GUERRA DE ARANCELES
viernes junio 07, 2019

Las exportaciones a los Estados Unidos suponen, aproximadamente, la cuarta parte del PIB mexicano. Ese es el –realmente descomunal– tamaño de la exposición, del riesgo al que se enfrenta México si Donald Trump cumple su amenaza e impone aranceles progresivos a partir del lunes a menos que su vecino del sur endurezca radicalmente su política antiinmigración. Más incluso de lo que ya han hecho. Trump está empeñado en utilizar a México como filtro de migrantes para contentar a sus propios votantes, cueste lo que cueste a cualquier lado de la frontera. Pero este coste no está distribuido equitativamente. De hecho, lo más probable es que lo paguen los mismos se salga con la suya o no: quienes viven más pegados a la línea que separa ambas naciones.

La variedad en la exposición a riesgos es algo que suele obviarse cuando hablamos de relaciones comerciales entre países. Lo habitual es entender a los contendientes un bloque. Pero cuando un país llega al grado de inversión en la exportación de manufacturas que ha alcanzado México, los incentivos para centrarse en ciertos sectores crecen a medida que las empresas encuentran huecos en los que cuentan con ventajas comparativas. Los clientes también se acomodan en estos nichos a medida que adaptan sus hábitos de compraventa a la oferta que viene de fuera.

Lo que México envía a EE UU es, sobre todo, vehículos: el 27% del valor total de las exportaciones en 2018 correspondió a coches, tractores, camiones y partes de los mismos. Pero no solo: la cantidad de equipamientos electrónicos, distribuida en una miríada de componentes distintos además de los obvios celulares y monitores, es casi igual. Como lo es la maquinaria relativamente pesada. A cierta distancia le siguen los alimentos; aquí, una exportación destaca sobre todas las demás: los 3.600 millones de dólares en cerveza que México despachó hacia EE UU en 2018. Son estos sectores los que pueden recibir con mayor dolor un eventual impacto arancelario. Es poco probable que sea equivalente al tamaño de la propia tasa: es decir, un arancel del 5% o del 10% no haría caer la producción en ese mismo porcentaje. Al fin y al cabo, hay muchos contratos cerrados entre empresas de ambos lados, mucha especialización productiva, y una divisa débil (el peso) que se está adaptando al riesgo comercial. Pero sin duda será un bocado significativo que, por supuesto, no se sentirá igual en todos los rincones de México.

La especialización es también, y tal vez sobre todo, geográfica. Es natural que ciertas zonas se centren en este tipo de industrias para lograr ganancias de eficiencia logística, disponer de un flujo de trabajadores a su alrededor y aprovecharse del conocimiento mutuo. A nadie sorprenderá que la mayoría se encuentren precisamente en el límite con EE UU. Chihuahua, Coahuila o Baja California (seguidas de Sonora, Tamaulipas, Nuevo León) se encuentran a la cabeza de una lista más deseable en otros tiempos que en un día como hoy: la de ratio de exportaciones per cápita. Lo que ha sido sin duda un motor para el crecimiento de todos estos estados es hoy un peligro que viene, además, tanto del norte como del sur.

Creditos elpais.com